miércoles, 26 de mayo de 2010


'Un conjunto es denso en el espacio si está "cerca de todos los puntos" de ese espacio. De manera más precisa, un conjunto es denso si su clausura es todo el espacio. Un conjunto se dice que es separable si tiene algún subconjunto denso y numerable'

6 comentarios:

observer dijo...

De todo lo mucho que he leído, casi sólo me quedaría con el pensamiento del filósofo Gilbert Simondon, que es habla de psicología de la percepción.

Resumiendo: según él, la semiótica de los ambientes (sus "signos", los mensajes que manda a través de su apariencia) influye mucho en la relación del hombre con el medio. Es decir, si alguien habita en un barrio que percibe (a través de sus Signos) como "pobre" va a subjetivar esa percepción y asumirlo inconscientemente de modo que influirá en su relación con ese medio.
Qué haría yo: análisis del agra a nivel de "Paisaje semiótico": los signos que emite el agra (sus colores, ruidos, estado de conservación, precio, grado de diseño... todo lo que da información de algún tipo) y cómo éstos influyen en la percepción que los habitantes tienen del barrio, ypor tanto cómo se comportan. Se les podría preguntar que decidiesen si perciben el ambiente del agra como:
- cómodo / incómodo
- limpio / sucio
- bonito / feo
- "de ricos" / "de pobres" / de todo tipo
- moderno / anticuado
- provinciano / cosmopolita
y muy importante:
-se sienten "de allí" / o se ienten "de otro lugar" (al haber tanta inmigración, muchos dirán "yo te soy de coristanco", y otros dirán "yo soy del agra"). Sobre la percepción subjetiva del inmigrante de los espacios a los que llega habla mucho el libro de Santos, dice cosas muy interesantes.
Pues eso, yo optaría por analizar la semiótica del barrio, qué dice a sus habitantes en cuanto a "paisaje", y deducir si eso les condiciona.

observer dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
observer dijo...

http://mesetas.net/?q=node/442

http://mesetas.net/individuacion-simondon-II-1.rtf

pa que veáis lo que piensa Simondon

Anónimo dijo...

Durante los años sesenta y setenta, la ciudad moderna se ha convertido en el objeto de numerosas críticas ; la discontinuidad en la trama urbana y la pérdida del sentido, efectos que se encuentran entre los factores que frecuentemente han inspirado estas críticas.

Alan Colquohoun [1] opina que los ataques críticos a la ciudad moderna derivan de dos modelos que él designa respectivamente como el cibernético y el formal (“la ciudad como proceso” y “la ciudad como forma”).

La ciudad como procesoEl modelo cibernético deriva de las ideas “antiurbanas” y de la creencia de que se puede inyectar una nueva vitalidad en la ciudad por medio de técnicas de intervención suficientemente sutiles, semejantes a los mecanismos de ingeniería de sistemas [2]. El progreso en los medios de comunicación y de transporte personalizado, según las ideas “antiurbanas”, hace de la ciudad un fenómeno absoluto.

La ciudad como formaEl enfoque que se basa en la idea de la ciudad como forma tiene dos variantes. La primera es la que representa Kevin Lynch. En su “Imagen de la ciudad” [3] Lynch intenta aplicar los hallazgos de la sicología de la Gestalt a los problemas de la forma urbana.

La segunda variante la representan Aldo Rossi y los racionalistas, y en ella, por primera vez desde el advenimiento de la arquitectura moderna, se readmiten los sintagmas de la arquitectura clásica dentro de los cánones modernos.

Esta actitud se caracteriza por un “realismo” claro, ya que permite la división del Continuum urbano en bloques discontinuos, en una serie de experiencias bien delimitadas, susceptible cada una, de ser diseñada de acuerdo con normas estéticas definidas. El enfoque “racionalista” acepta el hecho bruto de que la ciudad esta formada por partes individuales y que estas partes tienen que ser diseñada “ad hoc” [4] y relacionadas entre sí de un modo tal que comprometa nuestro juicio estético, los racionalistas sugieren que nuestra apreciación de lo que es feo o bello en la ciudad se basa en nuestro recuerdo de las formas urbanas del pasado, ya que no se puede hacer ningún juicio estético sin suponer la continuidad cultural.

Anónimo dijo...

“Declaro como cercano el momento en que, por un proceso de carácter paranoico y activo del pensamiento, será posible sistematizar la confusión y contribuir a desacreditar totalmente el mundo de la realidad” [11].

A finales de los años 20, Salvador Dalí inyectaba su método paranoico crítico en la corriente surrealista. La contraseña del método es la conquista de lo irracional. La manera más sencilla de explicar este método es describir su contrario :

En los años sesenta, los psicoanalistas americanos - Aylon y Azrin - inventan una forma de terapia por estimulantes que han llamado “economía de fichas”. Por la distribución de fichas en plástico y de color, se anima a los pensionistas de un asilo de enajenados a comportarse en la medida de lo posible como la gente normal.

Los dos experimentadores daban las fichas a los enfermos que hacían sus camas, barrían sus habitaciones, etc., éstas (las fichas) permitían porciones extra en la cantina, o favores como poder ver la televisión en color o disponer de una habitación individual. Estos estimulantes se han revelado muy eficaces para incitar los enfermos a hacerse carga de sí mismos [12].

Los que preconizan esta terapia esperan que, tarde o temprano, una semejante estimulación sistemática de la normalidad se convertirá en normalidad verdadera.

El método paranoico-crítico de Dalí es una forma de terapia por estimulantes, pero en el sentido contrario. En vez de imponer a los enfermos los ritos del mundo normal, Dalí propone a los normales una excursión turística al país de la paranoia.

En la época en que Dalí inventa el método, la investigación médica amplía la definición de la paranoia mas allá de la de una simple manía de persecución.

En realidad, la paranoia es un delirio de interpretación. Cada hecho, cada acontecimiento, cada observación, están aprehendidos según un modo de reflexión sistemático y “entendidos” por el enfermo de un modo que confirma su tesis. “El paranoico siempre tiene razón aunque mire al lado” [13].

“El paranoico por una serie de asociaciones incontrolables, sistemáticas, y en sí mismas estrictamente racionales, transforma el mundo entero en un campo magnético de hechos que van todos en el mismo sentido : el suyo.” [14] Es esta relación intensa con el mundo real que constituye la esencia de la paranoia. “... La realidad del mundo exterior sirve como ilustración y prueba, y está puesta en servicio de la realidad de nuestra mente” [15].

La actividad paranoica-critica consiste en inventar pruebas “improbables” y injertarlas al mundo de la realidad, para permitir a un hecho “falso” de tomarse asiento en medio de los hechos “reales”.

observer dijo...

el patio de la cruz, y el monte de la burra, ya los había fotografiado aquí:
http://esquizogoogle.blogspot.com/2010/04/blog-post.html

no me prestáis atencion :(

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