lunes, 23 de abril de 2012

HETEROGÉNEO Y UNITARIO (o multiplicidad y singularidad).

[concurso de ideas para la reordenación del borde litoral de la ensenada del orzán. a coruña. octubre 2011]


1.
La polis griega, germen de la ciudad europea que con tanta insistencia se resiste a morir, nació como un artefacto unitario y fuertemente reglado que pretendía sublimar la relación del hombre con el mundo a través de la geometría, el orden y las jerarquías morales entre las discontinuidades inherentes a lo urbano: lo que tenía de democrático lo era en virtud de una cosmovisión consensuada en la que lo múltiple no podía ser más que un mero accidente acaecido en la encarnación de lo Ideal. La polis podía permitirse ser su propia utopía.
Veinticinco siglos después, la genealogía de lo urbano ha devenido en ciudades cínicas y contradictorias, las formas que antaño se querían apolíneas y canónicas se han dislocado hasta hacer de su complejidad morfológica un sistema aparentemente errático e incongruente, que sin embargo  esconde un orden a menudo privado de apariencia pero dotado siempre de presencia: el orden de lo histórico.

Lo político (lo propio de la polis) de nuestras ciudades, es lo que nos ha enseñado la historia: el paso del tiempo no es en realidad un fluido unitario y armónico que resolviese espontáneamente sus propias moralejas (conforme al modelo de la dialéctica hegeliana tan influyente en la doctrina urbanística de la modernidad), sino un continuo sobresalto hecho de hiatos y haecceidades, de catástrofes y contrasentidos, tan volcánicos y abruptos en su sucesión que la ciudad ya no es tan interesante como ente que como agregado de entidades. La lectura de lo histórico a la que nos debemos no puede ser ya la de las curvas lineales propias del cálculo diferencial, sino un tejido de singularidades e intensidades discontinuas conforme al cálculo topológico.

El paso del tiempo sobre las trazas de lo urbano se materializa en singularidades espaciotemporales muy similares a lo que Bajtin denominaba en su lingüística cronotopos: situaciones contingentes y efímeras de pura inmanencia de la historia, ajenas a todo proyecto o intención coherente, y por tanto en cierta medida accidentales, ucrónicas y atópicas. Como detritus del tiempo, decantación instrumental de los valores de cada época, la ciudad excede, en su aliento vital y voluntad de poder, a toda planificación normativa, reduccionista, unificadora o diagramática; en su perpetua ebullición, la ciudad desborda siempre lo unitario y en ella tiene lugar el verdadero valor fundamental de todo acto de convivencia: la emersión de lo múltiple.

Pero lo múltiple no es ya el principio trascendente y romántico que algunos buscaban en Heráclito, como opuesto al estatismo del ser de Parménides: lo múltiple es el ser del acontecimiento.

2.
La estrategia que fundamenta la cirugía urbana que proponemos para esta convocatoria es la apuesta por la reformulación de la dialéctica entre homogeneidad y singularidad, buscando la proliferación del acontecimiento como multiplicidad inmanente que desborda las categorías funcionales apriorísticas propias del zoning funcionalista. La ciencia urbana contemporánea, como reacción lógica a los corsés y rigorismos de la planificación estructuralista, apuesta abiertamente por la efectuación de las multiplicidades, conforme a un campo social cada vez más plural y heterodoxo, discontinuo y transitorio, que requiere para su despliegue territorios abiertos a las colisiones, las transiciones, las divergencias y las fugas. La teoría de juegos, las hipótesis del caos o las matemáticas de la catástrofe son instrumentos de planificación cada vez más presentes en la práctica urbanística, que parece haber renunciado a los romanticismos pastorales del genius loci para centrarse en la gestión, más compleja, del zeitgeist.
Actualmente, el trazado del paseo marítimo recorre las huellas de los casi veinte siglos de la ciudad: desde el monumento histórico por antonomasia (la Torre de Hércules, el principal hito de la identidad emocional de A Coruña) hasta barrios de última generación como Los Rosales o la urbanización en proyecto para O Portiño. Su recorrido, verdadera flecha diacrónica a través de la biografía de la ciudad, no presenta sin embargo un orden cronológico claramente legible sobre el territorio, pues su formalización presenta en aparente desorden edificios y dotaciones de diversas épocas sin una secuenciación cronológica sucesiva, monumentos tan dispares el estadio de Riazor o la Casa del Hombre, viviendas y edificios institucionales, grandes hoteles y pequeños bares. A él convergen algunas de las principales arterias de circulación rodada (siendo esencial su papel de distribuidor de ciertos flujos de tráfico), a los que se han añadido en los últimos tiempos el trazado de un carril bici o un tranvía que no logra trascender su condición de atrezzo para turistas. Pero, incluso para aquellos que nieguen toda primacía funcional en la superposición de órdenes que es cualquier ciudad, “el Paseo Marítimo” es en el imaginario colectivo de los coruñeses un espacio esencialmente representativo, de sociabilidad y ocio, mirador del mar y  descanso dominical, un lugar único al que se acude para estar, y no necesariamente para ir hacia ningún otro lugar. Aparente cajón de sastre de funciones antitéticas, su multiplicidad es sin embargo más una potencialidad que una realidad efectuada.
Obviando esa diversidad de usos y morfologías, el paseo existente unifica sus heterogeneidades mediante un trazado regulador constante y homogéneo que busca subsumir la singularidad mediante la uniformidad de cotas, el paralelismo absoluto y constante de linderos, la jerarquía rígida de las funciones viarias, y la separación irresoluble entre los distintos medios de transporte. El diagrama de su estructura formal es de este modo muy rígido, encontrando en todo su recorrido una sección cuya secuencia sería playa + barandilla + paseo peatonal + carril bici + carril tranvía + carril rodado + acera + edificios.
Esta sección es extrusionada en paralelismo radical desde el obelisco Millenium hasta la torre de Hércules de manera constante, sin más alteración que variaciones puntuales en la dimensión de unos u otros carriles en función de contingencias topográficas. Quizás como vano intento por “animar” o “diversificar” esta secuenciación de los recorridos, los accesorios urbanos (papeleras, bancos o farolas) proliferan de manera azarosa bajo formas y materiales dispares, pretendiendo que la heterogeidad aparente de sus diseños pueda dinamizar fenoménicamente o invisibilizar el hecho de que todo el paseo es una misma sección diferida durante varios kilómetros.

3.
En coherencia con lo afirmado en la introducción, consideramos que la verdadera multiplicidad urbana se da únicamente en el rango de los acontecimientos. Y como hemos propuesto en nuestro análisis de lo existente, la única diversidad presente actualmente se da en la semiótica urbana, en la oscilación epidérmica de unos signos que por sí mismos son incapaces de efectuar una heterogeneidad imposible dado el trazado actual.
La propuesta que presentamos busca subvertir esta balanza entre multiplicidad y singularidad: optamos por la diversificación del orden de flujos en sección transversal (peatones, coches, transporte público, recorridos deportivos) en función de las especificidades espaciales de cada punto, de tal manera que el orden de los acontecimientos susceptibles de tener lugar se amplíe sustancialmente. Nuestro paseo quiere entonces superar la metodología del cálculo diferencial (sucesión constante de una curva de espesor semi idéntico) optando por una lógica próxima a la topología: la concatenación de flujos y singularidades, tratado como un campo de intensidades contingentes y puntuales.

Para ello, la primera medida adoptada es la reducción del número de carriles dedicados al transporte privado, densificando el tráfico rodado de manera que un mayor desarrollo de la sección pueda estar dedicado a otros usos. Asimismo, el trazado de esos carriles para vehículos motorizados variará su posición respecto a los demás órdenes de flujos, de tal manera que su ubicación en sección transversal estará más o menos próxima a la línea de edificación en función de las especificidades de cada punto. Esa nueva sinuosidad nos permitirá utilizar instrumentalmente el resto de la sección para funciones que, asimismo, irán variando su posición y dimensión en virtud de las potencialidades de cada ámbito: en algunas zonas primará la circulación de peatones, en otras se dispondrán masas verdes, en algunos puntos se proyectan equipamientos y dotaciones de pequeña dimensión, y en otros se desarrollarán pequeñas plazas como hiatos en el recorrido del paseo. La superposición de estas diversas tramas da lugar a un trazado estructural heterodoxo donde cada punto es singular, permitiendo de esta manera la proliferación de acontecimientos múltiples en relación a cada situación específica en lo topográfico, lo social, lo histórico, lo climático y lo viario. Acontecimientos en gran medida relacionados con el ocio o la sociabilidad, buscando de esta manera mantener y fortalecer el rol de espacio público y de relación que el paseo ocupa en el imaginario coruñés.
Pese a esta estrategia estructural que ensalza la singularidad, utilizamos en la propuesta un lenguaje y una serie de estrategias de conjunto que permitan dotar al proyecto de cierta unicidad simbólica, de tal manera que pueda ser vivido y percibido como un espacio metropolitano continuo y articulado: en consecuencia, se unificarán los diversos mobiliarios según un criterio de diseño común que fortalezca el orden perceptivo y la identidad unitaria.
Conforme a esta estrategia de articulación de lo múltiple y lo uno, nuestra gestión de un asunto tan crítico como el límite entre la arena y el pavimento (actualmente resuelto de manera fallida con una polémica barandilla sobredimensionada) se prestará a soluciones específicas unificadas por un criterio proyectual común: salvar esa frontera con la propia estructura de las plataformas del paseo,  mediante la disposición de los suelos pavimentados a diferente cota de tal modo que estratifiquen el tráfico más vinculado a la playa de aquel más orientado a la ciudad, al mismo tiempo que permiten salvar el cambio de cotas sin recurrir a barandillas.



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